ACTA DEL FALLO DEL JURADO DEL
TERCER CONCURSO DE MICROCUENTOS CIENTOCINCUENTA.
SERVICIO MUNICIPAL DE CULTURA DE GRAUS.
GRAUS, 29 DE DICIEMBRE DE 2009.
En Graus a 29 de diciembre de dos mil nueve, se reúnen los señores miembros del Jurado, constituido para fallar los premios del concurso de microcuentos cientocinCUENTA que se relacionan a continuación:
– Peña Marín Colomina, Presidenta de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Carmen Enrique, miembro de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Joaquín Baldellou, miembro de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Carlos González, filólogo y docente del IES Baltasar Gracián
– Jorge Mur, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Carmen Enrique, miembro de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Joaquín Baldellou, miembro de la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Graus
– Carlos González, filólogo y docente del IES Baltasar Gracián
– Jorge Mur, técnico de Cultura del Ayuntamiento de Graus
Habiéndose realizado previamente las correspondientes deliberaciones sobre el material presentado, se procede al fallo del Jurado en los siguientes términos:
– Se valora positivamente la calidad de los relatos presentados a concurso, y la cantidad, mayor que en ninguna otra edición.
– Se destacan, por las votaciones emitidas, los cuentos Días de mondongo de Mª José Girón, El frío de Mª José Domingo, El regalo de Reyes de Antonio Lachós y Sueño de Felisa Benítez.
– Se acuerda entregar el primer premio, consistente en 150 euros, al siguiente cuento:
El frío, de Mª José Domingo Garzarán.
Dado por finalizado el acto, firman los señores asistentes en el lugar y fecha indicados.
El frío, de Mª José Domingo Garzarán.
Dado por finalizado el acto, firman los señores asistentes en el lugar y fecha indicados.
El FRÍO.
Él siempre me terminaba atrapando. Yo estiraba levemente la pierna en tensión a través de las mantas y él me cogía el dedo a traición, tensando todo mi cuerpo, temblando, distorsionando mi mirada en el techo, y centrando mi mente en un solo pensamiento. Luego lo escuchaba jugar con las ventanas, crujir las vigas y encontrar agujeros inverosímiles. A veces, para mí era azul. Otras estaba en mis manos, mi nariz, haciéndome caer en un sueño lúcido e imperenne. La única forma de vencerlo era olvidarlo, trasquear con piedras, encorrer a los otros niños, acercar las manos al hogar, o que las frotara madre.
Fuente: Espacio Pirineos.