El acto, organizado por la Cofradía del Santo Cristo y San Vicente Ferrer, atrajo a una treintena de personas hasta la escuela de Espacio Pirineos, entre quienes figuraba la alcaldesa grausina, María Victoria Celaya.
El prior de la Cofradía del Santo Cristo y San Vicente Ferrer, José Latorre, presentó al autor, a quien ya invitaron el pasado año para presentar su anterior libro, "Yo, San Vicente Ferrer. El Ángel del Apocalipsis". Caudevilla nació en Sabadell en 1953 de padre aragonés y madre catalana. Además de ser autor de novelas, varias de tipo histórico y numerosos relatos, colabora en revistas.
Caudevilla, "muy agradecido por la oportunidad de volver a estar en Graus", relató el contenido de este libro sobre el Papa Luna, en el que, intenta "aproximar al lector la historia de un personaje tan especial e importante como fue el Papa Luna". El autor incidió en la conexión entre San Vicente Ferrer y el Papa Luna, de quienes dijo que "fueron dos figuras entrelazas en la historia que no se podrían entender el uno sin el otro".
Nacido en el castillo de los Luna de Illueca, Pedro Martínez de Luna fue el segundo hijo de la familia, por lo que se quedó sin títulos y se dedicó al estudio. Aunque en su juventud participó como soldado con las tropas aragonesas en la guerra con Castilla, ayudando a Enrique de Trastámara con quien fraguó una amistad que utilizaría años después, siguió estudiando hasta graduarse en Derecho y ser un reconocido profesor de la Universidad de Montpelier.
Gracias al apoyo del rey de Aragón, Pedro Martínez de Luna fue nombrado cardenal en 1375, en un momento decisivo para la iglesia, ya que coincidió con el cisma de occidente. La elección bajo presiones de Urbano VI hizo que los cardenales dejaran Roma y, establecidos en Avignon, apoyaran a Clemente VII. El cardenal Luna y San Vicente Ferrer recorrieron España para conseguir adhesión de los reinos al Papa francés.
Tras la muerte de Clemente VII, el Cardenal Luna es nombrado Papa en Avignon con un amplísimo apoyo. Caudevilla comentó que "obtuvo 20 de los 21 votos y se dice que el voto en blanco fue el suyo. En tres días –añadió- fue ordenado sacerdote, obispo y Papa, escogió el nombre de Benedicto XIII y dijo que buscaría la unidad de la iglesia". Desde el principio, topó con la corona francesa que acabó sitiándolo en Avignon durante cinco años. Sus convicciones le impidieron renunciar y, aunque recibió ayuda de Aragón, tuvo que retirarse a Peñíscola.
San Vicente Ferrer leyó el 6 de enero de 1416 el acto de retirada de obediencia de los reinos hispanos al Papa Luna, quien siguió sin renunciar a su Papado, pese a que un enviado de Marín V -el Papa romano que unificaría la iglesia- trató incluso de envenenarlo. Murió en Peñíscola y fue enterrado en Illueca. Aunque nombró un sucesor, en cinco años se sometió a Martín V y el Papa Luna pasó a la historia como el Antipapa, pese a que en la actualidad, colectivos aragoneses y valencianos siguen pidiendo un reconocimiento por parte de la iglesia porque, como concluyó Caudevilla, "el aragonés no fue peor que otros Papas".
Fuente: Diario del Altoaragón. Elena Fortuño.